miércoles, 7 de septiembre de 2016

EL ALZAMIENTO DE BIZANCIO



Es evidente que la causa final de la caída de Roma fue la invasión de distintos pueblos germanos. También es evidente que la presión militar que ejercieron estos (y otros pueblos no germanos como los hunos, los beréberes o los partos) aceleraron y agravaron la decadencia romana.
Solo cuando desapareció de la escena del mundo el Imperio Romano de Occidente y cuando el Oriente quedó reducido a territorios genuinamente griegos o completamente grecizados, con la excepción de las provincias septentrionales de la península balcánica invadida tiempo atrás por hordas eslavas o búlgaras, solo entonces consiguió dominar el carácter romaico o neogriego en la política como ya imperaba en la vida privada y pudo desarrollarse hasta concretarse en la variación bizantina que entró en la historia de la Edad Media y desapareció con la fundación del Imperio Turco.
En cuanto al trono imperial, pesó como sentencia fatal e ineludible sobre el Imperio Bizantino, el no lograr en el orden sucesorio bizantino la herramienta que prestara al nuevo monarca reinante una legitimidad fuera de toda duda y las consecuencias de este defecto del órgano político mas sensible en el sistema absolutista o autocrático, lo fue mas que que en cualquier otro, y se manifestó la tendencia a hacer el trono hereditario o emperadores que con su forma de ser y sus enormes méritos supieron granjearse tan general popularidad o una serie de dinastías que gobernaron de forma sucesiva hasta su desaparición completa, no por una ley fundamental sino por circunstancias fortuitas, no logrando sino neutralizar en parte los inconvenientes y daños inherentes a la inseguridad sucesoria del trono del Imperio Romano de Oriente.

La falta de esta idea de legitimidad y de disposición al trono (no obstante, el pueblo y la Iglesia reconocían a la primogenitura cierto privilegio de sucesión), no lo concebían siquiera respecto de la representatividad del Imperio y esto hace entendible las ambiciones, las intrigas,..etc, que según los casos, hacían actuar a los miembros de las mismas familias principales de Bizancio, siempre que era eminente una cambio en el trono imperial, precipitadas estas maniobras para conseguir, la diadema de perlas, en numerosas ocasiones, por motines, revoluciones sangrientas, asesinatos..etc, desempeñando el papel principal, ministros, eunucos,.etc cuya influencia fue en aumento y aumento también con el transcurrir de los tiempos, la frecuencia con que sucedían estos siniestros hechos ya de forma aterradora y cuando desaparecía de esta manera violenta y lúgubre alguna dinastía, los usurpadores temerarios ceñían, uno tras otro, la ambicionada diadema de perlas o miembros de su familia, por efecto de una especie de legitimidad tácita, aunque siempre transitoria.

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