Los romanos fueron los hombre y mujeres más poderosos,
el imperio romano ha alimentado las fantasías del hombre moderno Hollywood ha recreado
esa magnificas escenas, el verdadero imperio romano nunca será repetido, fue
imperio que sentó precedente en su gobierno, en lo militar, la arquitectura,
pero fueron los reyes quienes posesionaron a unos de los más florecientes
imperios, la mayoría de los romano piensa que su origen viene del rio Tíbet, de
la famosa leyenda de Rómulo y remo quienes su padre los arrojo al rio pero los
gemelos fueron salvados por una loba, pero cuando fueron adultos fundaron la
ciudad de roma, donde Rómulo asesino a
remo y así se convirtió en el primer rey de roma, después de 50 años los
etruscos conquisto y convirtió un
gobierno monárquico, eran gobernantes brutales y sembraban el terror, después de
200 años de hostil opresión un grupo de aristócratas romanos derrocaron la
dinastía etrusca y desarrollaron un nuevo sistema de gobierno donde dirigían 2 cónsules
quienes eran elegidos cada año, roma se dividía entre los patricias quienes
dirigían a roma y los plebeyos gente común del pueblo, pero los plebeyos reclamaron
que el nuevo gobierno no era mejor que el anterior así que los plebeyos se erigieron
donde aquellos también tuvieran derechos por medio de las doce tablas se protegía
al pueblo y sus derechos, , se destaca un hombre llamado cicerón quien era un
abogado ágil y ganaba muchos casos, las legiones romanas eran las mejores del
mundo , y así los territorio conquistados fueron provincias de roma, para el
siglo 2 roma había conquistado muchas tierras, entonces se eligieron gobernador
para dirigir estas provincias y la gente conquistada se le permitió ser
ciudadanos romanos, el foro era centro cívico de la ciudad , en el foro estaba
la actividad y los ciudadanos oraban y ofrecían oración y sacrificios a los
dioses, el foro un símbolo de poder de roma, para construir roma necesitaba
manos de obra, entonces la gente conquistada fueron esclavizados aunque algunos
fueron educados como famosos filósofos otros fueron utilizados como mano de
obra.
La muerte violenta de los Gracos dio
comienzo al siglo I a.C., el más terrible y convulso de la Historia de Roma.
Durante ese siglo, Roma se desangró en interminables Guerras Civiles, cuya
causa era precisamente su poder y sus inmensos dominios.
En efecto, las instituciones
Republicanas, que habían servido para gobernar la ciudad durante 500 años y la
habían conducido a la conquista del Mediterráneo, eran insuficientes para
administrar sus posesiones.
Los romanos habían dispuesto sus
leyes para evitar que un solo hombre ostentara el poder absoluto, pero los
generales romanos se habían vuelto demasiado poderosos. Apoyados en sus
legiones y en los recursos de las provincias que gobernaban, pugnaban entre sí
para hacerse con el poder en solitario. Primero Mario y Sila,
después Julio César y Pompeyo, sumieron el Mediterráneo en un
baño de sangre.
Al final de este periodo convulso
destaca la figura gigantesca de Julio César: el hombre que, por fin, consiguió
concentrar en su mano todos los poderes políticos de forma indefinida. Pero
Roma, orgullosa de su tradición republicana, no estaba madura para semejante
cambio, y Julio César fue asesinado por un nutrido grupo de senadores en el año
44 a.C.
Ante el cadáver de César y los ojos
del pueblo, Marco Antonio –al que todos creían su sucesor natural- rompió los
sellos de su testamento. Julio César adoptaba a título póstumo y dejaba
como único heredero... al joven Cayo Octavio (conocido después como
Augusto). Todos quedaron atónitos, especialmente el defraudado Marco Antonio.
Cayo Octavio apenas tenía 18 años, y
era un joven inteligente y reservado, de aspecto enfermizo, pariente lejano de
Julio César, en quien el dictador creyó descubrir las extraordinarias
cualidades que Roma necesitaba. Y no se equivocó.
Octavio gobernó Roma junto con Marco
Antonio, hasta que consiguió deshacerse de él, en la última de las guerras
civiles que asolaron la República. La victoria sobre Marco Antonio y Cleopatra
(su aliada y amante), el año 31 a.C., colocó Roma en sus manos. Habían pasado
13 años desde la muerte de César.
Todos eran conscientes de que
Augusto se proponía ocupar el poder en solitario, pero él, astuto y prudente,
nunca lo proclamó abiertamente. Mientras iba edificando el Imperio, repetía sin
descanso que todas las modificaciones estaban destinadas a mejorar el
funcionamiento de la República.
Las reformas, lentas y escalonadas,
se espaciaron cuidadosamente durante décadas a lo largo de su extenso reinado,
de más de 40 años. Al principio, llegó incluso a fingir que abandonaba la
vida pública para devolver la normalidad a la República. Cuando la ciudadanía y
el Senado, sabedores de que sólo él los separaba de una nueva Guerra Civil, le
suplicaron que renovara su mandato, sólo permitió una prórroga temporal, y
tardó mucho tiempo en aceptar del Senado un poder indefinido.
Exhaustos tras un siglo de
enfrentamientos civiles, proscripciones y matanzas, Roma concedió todo su apoyo
a ese hombre sereno y prudente, que ofrecía paz y orden a cambio del dominio
del estado.
La fecha para el comienzo del
Imperio suele fijarse en el año 27, momento en que el Senado le concede
el título de Augusto, un calificativo de carácter religioso, que elevaba a
su portador por encima del resto de los hombres. Éste también pasó a ser el
nombre del octavo mes del año, aquel en el que había nacido el salvador de
Roma.
Respetando la idiosincrasia romana,
que detestaba profundamente la monarquía, Augusto supo combinar con
inteligencia tradición y renovación al crear el Imperio, una nueva forma de
gobierno en la que el emperador no sería un rey, ni un tirano, sino el
primero de los senadores, destinado a velar por el bienestar de todos.
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